Uno nota cuando la gente lo mira.
Es como el calor que despide el asfalto en verano,
como la punta de un atizador en la espalda.
No se necesita oír ni siquiera un solo cuchicheo para
saber que la cosa va de ti.
   Antes solía mirarme en el espejo del baño para
ver qué era lo que ellos tanto miraban.
Quería saber qué era lo que les hacía volver la ca-
beza; qué había en mí que fuera tan increíblemente diferente.
Al principio no lo entendía. Quiero decir que era yo, y ya está.
      Hasta que un día al verme reflejado lo entendí. Miré
mis propios ojos y sentí aversión hacia mí mismo, quiza
tanta como la que ellos sentían.


       Aquel día empecé a creer que ellos tenían razón.
   


                    Jodi Picoult  "Diecinueve minutos"

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